Más sobre la Asturias romana / more on Roman Asturias

Asturian cultural identity, Spanish nationality, & return to Asturias: legal, social, & personal aspects.<br>
Identidad cultural asturiana, nacionalidad española, y regreso a Asturias: cuestiones legales, sociales, y personales.

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Terechu
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Más sobre la Asturias romana / more on Roman Asturias

Post by Terechu »

Pensé que os podría interesar este artículo de la Nueva España de hoy, según el cual el campamento romano de La Carisa, que se está excavando al mismo tiempo que a la muralla defensiva astur, pudo albergar hasta 9000 hombres.
Siguen en vigor las tesis de Sánchez Albornoz de que aquí hubo dos legiones de unos 6000 hombres cada una.

http://www.lne.es/secciones/cuencas/not ... eNoticia=4&

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I thought you might be interested in this article of today's La Nueva España, according to which the Roman camp of La Carisa, which is currently being excavated together with the defensive wall of the Astures, could have lodged up to 9000 men.
Sánchez Albornoz's thesis that there were two legions stationed here, each with up to 6000 men, remains valid.

If anybody needs a translation, let me know.

Cheers
Terechu
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Bob
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Post by Bob »

Terechu,

Thanks for the link to a very interesting article.

Bob
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argayu
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Art
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Post by Art »

El artículo que Terechu encuentró:

Defensa confirma que La Carisa fue un escenario bélico astur-romano

La Nueva España
27 Agosto 2004
Curriechos (Lena / Aller),
José A. ORDÓÑEZ

El general Francisco Ramos Oliver, comisionado del Ministerio de Defensa para el estudio de los campamentos romano y astur del entorno de la vía Carisa, ha confirmado que la zona conforma un escenario bélico entre tropas imperiales y tribus astures con datación en torno al 25 antes de Cristo. No sólo eso, Ramos Oliver, que estuvo al frente del Regimiento «Príncipe Número 3», en Cabo Noval (Siero), y de la agrupación destinada en Kosovo en 2001, considera que tanto el emplazamiento romano del monte Curriechos como la muralla defensiva indígena del Homón de Faro tienen una magnífica posición estratégica desde el punto de vista militar. Pese a ello, al menos de momento, las investigaciones no permiten afirmar que el enclave acogiera una gran batalla.

Ramos Oliver estuvo en el entorno de la vía Carisa a comienzos de mes, cuando la campaña de excavaciones que dirigen los arqueólogos Yolanda Viniegra, Jorge Camino y Rogelio Estrada estaba en su ecuador. Ahora que está a punto de finalizar, llega el momento de las conclusiones, algunas de las cuales fueron expuestas por los expertos ayer mismo, durante la visita que giraron a la zona los alcaldes de Aller y de Lena, Gabriel Pérez Villalta y Hugo Morán, respectivamente, y el gerente del Consorcio de la Montaña Central, Juan José Pulgar.
El enclave militar está integrado por la vía Carisa, una ruta imperial de acceso al territorio que hoy ocupa Asturias; un campamento romano, ubicado en el monte Curriechos, y un sistema defensivo astur, situado en el cercano pico Homón de Faro.

El campamento romano tiene una superficie tres veces mayor de lo que se suponía en un primer momento, alcanzando las quince hectáreas de extensión. El tamaño permitiría la permanencia en el lugar de dos legiones, o, lo que es lo mismo, entre 9.000 y 10.000 hombres. El hallazgo en el monte Curriechos de una moneda acuñada por Publio Carisio, impulsor de la construcción de la vía que lleva su nombre, permite constatar que la plaza fuerte imperial fue construida en el año 25 antes de Cristo, muy posiblemente sobre otra de una campaña anterior que fue abandonada precipitadamente por los legionarios, quizás a causa de un asedio de los defensores astures.

La configuración del campamento es el clásico de la época imperial romana, aunque una de sus principales características es que es el que está situado a mayor altitud de cuantos se han descubierto en Europa. El monte Curriechos está a 1.728 metros sobre el nivel del mar, en una atalaya desde la que se divisa media Asturias: de Aller a Gijón y de los Picos de Europa a los montes de Tineo.

El sistema defensivo astur se alarga durante 400 metros a lo ancho del pico Homón de Faro, situado a un kilómetro en línea recta de Curriechos y en un emplazamiento ideal para cortar el paso de la vía Carisa. La plaza fuerte se compone de un pequeño foso, un escarpe rocoso y una gran muralla de cuatro metros de alto por seis de ancho.

La campaña arqueológica toca a su fin. Los objetivos fundamentales están cubiertos, aunque los arqueólogos reconocen que la vía Carisa todavía deparará muchos hallazgos relevantes. Para definir el futuro del enclave, Lena y Aller tratarán de crear una comisión en la que estén presentes todas las entidades públicas y privadas que puedan aportar algo a su desarrollo. De momento, ambos municipios solicitarán formalmente que la zona sea declarada bien de interés cultural, dada su importancia histórica.
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argayu
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Post by argayu »

Parez ser que los enllaces que punse nun furrulen, equí vos va'l artículu de La Nueva España de 29 d'Agostu.

Los astures intentaron hostigar al enemigo con guerrillas y emboscadas

Los datos con los que cuentan los expertos demuestran una espectacular organización interna, pero no sólo eso, ya que los sucesos ligados a la Carisa demuestran también que los astures del siglo I antes de Cristo mostraban ya una identificación de sus tribus con el territorio que hoy ocupa Asturias. Los indígenas subieron a defender la región en su misma «puerta de entrada», a 1.700 metros sobre el nivel del mar. Su objetivo, que, al final, no tuvo éxito, era evitar el acceso de los invasores a los valles del centro de la región. Su región.

Pese a la indudable superioridad de los organizados ejércitos romanos, los guerreros que defendieron Asturias del Imperio demostraron también unas buenas dotes militares. Conscientes de su inferioridad, la estrategia indígena se basaba en cerrar el paso de la vía Carisa, hostigar al enemigo mediante guerrillas y emboscadas y, finalmente, esperar a que el «general invierno», como lo definen los arqueólogos, acabase por devolver a los legionarios a la Meseta.

Los expertos aún no saben cómo, pero lo cierto es que, al final, los romanos pasaron. Los astures fueron doblegados por el Imperio. Según los expertos, los sucesos bélicos del entorno de la Carisa y los retos imperiales e indígenas que están saliendo a la luz, también tienen una gran importancia sentimental y de reafirmación patria.

En esos montes y en aquellos guerreros, primeros defensores de Asturias, está el germen de la identidad asturiana.


Parezme que nun ye'l mesmu que s'asoloyó na edición escrita, porque nun fala de matices más "políticos", como cuando ún de los arqueólogos dicía que si esti yacimientu tuviere n'Euskadi o en Catalunya, yá taríen Ibarretxe y Maragall, tirando de picu y pala. Amás, contién dellos incorreiciones, como dicir que los astures foron a defender la so "rexón" (sic).
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Terechu
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Post by Terechu »

Belarmu - qué nombre más romanu tienes! :lol: :lol:
Gracies por el artículo. La verdad ye que yo ya sabía bastante de esti tema, entre otres coses porque siempre leí mucho sobre la historia de Asturies, pero lo de La Carisa ye el poder palpalo, ye muy emocionante.....y lo que tú dices: si esto fuera Euskadi o Cataluña ya se habríen enterao hasta en Kazajstán y más allá!
Qué se va a hacer, estamos condenaos a ser unos mataos insignificantes. Mismamente Covadonga: tú vas a Portugal y por to' los laos ves los anuncios de Guimaraes, la cuna de Portugal. Qué pasa aquí? Por qué nun vendemos Covadonga como la cuna de España? Que ye, que tienen mieu que se nos llene de franquistas patrióticos exaltaos? A mí que me lo expliquen! :roll: Ye talmente como si nos diera apuru.
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Belarmu - what a Roman name you have! :lol: :lol:
Thanks for the article. In fact I already knew quite a bit about this matter, among other things because I have always read a lot about Asturian history, but the findings of La Carisa is being able to touch it, it's very thrilling...and just as you say, if this were the Basque Country or Catalonia, they would make sure that the news got around to Kazakhstan and beyond!
What's the use, we are doomed to be of no consequence. Take Covadonga for instance: when you travel in Portugal you see billboards everywhere announcing Guimaraes, the "cradle" of Portugal. What about here? Why don't we market Covadonga as the birthplace of Spain? Why, are they afraid we might get invaded by exalted fascist patriots? I need to have that explained to me! It's like we were embarrassed by it or something.

Saludos
Terechu
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Mouguias
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Post by Mouguias »

Very interesting links, the Carisa site is one of the greatest news in Asturian archeology for decades. I`ll keep interested on it.
Terechu, Covadonga is the cradle of the Asturian monarchy, nothing more and nothing less. It is quite wrong, in my view, to claim a link between an VIII century battle and a XXI century state. "Covadonga, cuna de Espana" is just a nationalist myth, intended to provide modern Spain with a remote, epical past.
Covadonga was the origin of the Asturian kingdom, which later enhanced its borders southward and became the Leonese kingdom. Then Castile and Portugal split from Leon, later on Castile and Leon united again.
Where is the continuity on that? Where is "Spain"? Perhaps Portugal should be regarded as part of Spain, while Navarra, Aragon and Cataluna should be seen as non-Spaniards, because their fight against moslems did NOT start in Covadonga, but had an independent origin.
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Unos enlaces muy interesantes, el yacimiento de la Carisa es una de las noticias mas importantes en la arqueologia asturiana desde hace decadas. Me mantendre atento a las novedads.
Terechu, Covadonga es la cuna de la monarquia asturiana, nada mas y nada menos. Es bastante equivocado, en mi opinion, reclamar un vinculo entre una batalla del siglo VIII y un estado del siglo XXI. "Covadonga, cuna de Espana" no es mas que un mito nacionalista, pensado para dotar a la Espana moderna de un pasado remoto y epico.
Covadonga fue el origen del reino Asturiano, que despues amplio sus fronteras hacia el sur hasta convertirse en el reino de Leon. Despues Castilla y Portugal se separaron de Leon, y mas tarde Castilla y Leon volvieron a unirse.
Donde esta la continuidad? Donde esta "Espana"? Tal vez Portugal deberia considerarse parte de Espana, mientras que Navarra, Aragon y Cataluna deberian verse como no-espanolas, porque su lucha contra los musulmanes no empezo en Covadonga, sino que tuvo un origen independiente.
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Terechu
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Post by Terechu »

Mouguías, no podría estar más en desacuerdo contigo.

Ni Navarra, ni Aragón ni Cataluña (que no existía) hicieron nada por sí mismas. Zaragoza fue uno de los últimos reinos musulmanes hasta el siglo 15 (creo) y a Navarra y lo que hoy sería Cataluña los liberó Carlo Magno.
Dónde está la continuidad, dices; bueno, no te voy a contar todas las batallas, porque la de Pelayo fue la primera, pero ni Fruela, ni Silo, ni Mauregato ni Bermudo tuvieron un sólo día de paz. Abd al-Rahman II (Abderramán II), en especial, estuvo atancado por los flancos hasta su muerte en 852 (132 años despues de la batalla de Covadonga) en época de Alfonso II El Casto. Recordarás la famosa batalla de Wadi Arun en tierras de Navarra y las campañas de Galicia, creo que en tiempos de Ramiro y Ordoño. No fueron ni los gallegos ni los navarros los que las libraron, fueron los astures.
El valle del Duero quedó totalmente deshabitado debido a las contínuas campañas, porque los cristianos se refugiaron al norte de la cordillera y los musulmanes al sur del Duero.
Fué Ordoño quien repobló León, más que nada para asegurarse avituallamiento en el yermo valle del Duero y para afianzar el territorio reconquistado. Finalmente fue Ramiro II quien trasladó la corte a León para poder defender el nuevo territorio y seguir expandiendo el reino cristiano.

Y citando a uno de las máximas autoridades en este asunto, el profesor Sánchez Albornoz:

“A la muerte de Alfonso III en Zamora, en diciembre del año 910, terminaron dos siglos decisivos de historia española. El Asturorum Regnum, el reino de los astures, había cumplido su histórica misión en la forja de España y de lo hispano. Con su máxima expansión geográfica coincidía su fin...”

Ya ves. No sigamos quitándonos importancia, como siempre, por favor.

Saludos
Terechu
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Mouguías, I couldn't disagree with you more. Neither Navarra, nor Aragón nor Catalania (that didn't even exist then) did nothing for themselves. Zaragoza was in fact one of the last muslim kingdoms until the 15th Century (I believe) and Navarra and what today would be Catalonia were liberated by Charlemagne.

Where is the continuity, you say, well, I won’t be citing all the battles, because Pelayo’s was only the first, neither Fruela, nor Silo, nor Mauregato, nor Bermudo had a day’s peace. Especially Adb a-Rahman II attacked relentlessly at the flanks until his death in 852 (132 years after the battle of Covadonga!) during the reign of Alfonso II the Chaste. You may remember the famous Wadi Run battle in Navarra and the countless campaigns in Galicia, I believe during the reigns of Ramiro and Ordoño. It wasn't the Galicians and Navarrans who fought those battles, it was the Asturians!
In fact the Duero valley was deserted entirely, the Christians fled north of the CAntabrian mountains and the Muslims south of the Duero.
It was Ordoño who repopulated León, mainly to secure provisions in the waste land of the Duero valley and to hold fast to the reconquered territories. In the end it was Ramiro II who moved the Court to León to defend the newly gained territory and continue expanding the Christian kingdom.

And to quote one of the utmost authorities in this matter, Prof. Sánchez Albornoz:

“Upon the death of Alfonso III in Zamora in December of 901, two centuries of decisive Spanish history came to an end. The Asturorum Regnum, the Asturian Kingdom, had complied with its historic mission in the forging of Spain and of the hispanic identity. With its maximum geographic expansion came its end...”

So, let's stop denying our own importance, as usual, please.

Cheers
Terechu
Carlos
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Post by Carlos »

Para quien le interese algo menos mohoso que don Claudio Sánchez-Albornoz, cuya obra data de 1942 (en realidad, ésta es la fecha de publicación, pero se basa en trabajos anteriores a la Guerra Civil), recomiendo la lectura de:

"Sobre los orígenes sociales de la Reconquista", Abilio Barbero y Marcelo Vigil, Barcelona, Ed. Ariel, 1997 (3ª edición)
ISBN: 84-344-1017-6

donde se postula la lucha de los pueblos norteños contra los invasores islámicos como resultado de un continuum de unas estructuras sociales mezcla de la romanización y el indigenismo de cántabros o astures. No se trata de una "reconquista", sino, en primer lugar, de una lucha por la independencia frente a un invasor, como antes lo fue contra los visigodos, y aún antes contra los romanos, y posteriormente de una expansión a la que conviene más el nombre de "conquista". A medida que avanzan los años, las reminiscencias sociales romano-indígenas se van diluyendo y transformando en un nuevo sistema social (véase de los mismos autores "La formación del feudalismo en la Península Ibérica"), y la llegada a la corte de refugiados influyentes procedentes del sur, los mozárabes (cristianos de habla romance sometidos al domino musulmán, que se identifican ideológicamente con un pasado idealizado visigótico, cuando la capital estaba en Toledo), que son quienes empiezan a hablar de la herencia goda de los monarcas asturiano-leoneses y de la "restauración" o "salvación de España". Curiosamente, en algunos documentos gallegos y asturianos se habla de "España" como el territorio bajo dominio musulmán, pero no el propio. Ya San Isidoro de Sevilla mencionaba que en la Península Ibérica habitaban los "hispani" (ciudadanos hispanos romanizados) más cuatro "populi": galaicos, astures, cántabros y vascones.

Para un estudio de la formación de "España" como estado-nación moderno y la aparición de una auténtica ideología tendente a la asunción de una identidad común "española", recomiendo la lectura de:

"España. La evolución de la identidad nacional", de Juan Pablo Fusi, Madrid, Ed. Temas de Hoy, col. Historia, 2000
ISBN 84-7880-834-5

Este autor, para más señas militante del PSOE y para nada nacionalista (quiero decir partidario de ninguno de los nacionalismos minoritarios del Estado) afirma que no se puede hablar de una idea de "España" como país, nación, o estado-nación más que en épocas relativamente recientes (la época de los Reyes Católicos como germen o forma embrionaria de Estado "español", y los comienzos del XIX, tras la invasión napoleónica, como el momento de la aparición de una ideología identitaria que comienza a calar en determinados sectores de la población peninsular, sentimiento identitario y de país antes inexistente). En palabras del escritor:

"Este libro (...) parte de una doble realidad: 1) que España fue, con Francia e Inglaterra, una de las primeras entidades nacionales de Europa. Entiendo así que hacia 1500 los pasos esenciales para la constitución de España, Francia e Inglaterra como naciones y Estados integrados ya se habían dado; pero también que aún tendría que transcurrir mucho tiempo, siglos, para que cristalizasen, en los tres casos, los Estados unitarios y los sentimientos de nacionalidad modernos; 2) que fue justamente al hilo de la transformación de la monarquía hispánica de los siglos XVI-XVIII en un Estado nacional moderno cuando el problema de la organización territorial del Estado -y ante todo, la aparición de los nacionalismos periféricos, problema, conviene anticiparlo ya, de extraordinaria complejidad- terminó por hacerse evidente y con el tiempo, capital.

Este libro se apoya igualmente en algunos supuestos historiográficos. Así, España -sus instituciones, su cultura, sus leyes, su organización social y familiar, las formas de la vida civil y religiosa- debe entenderse, ante todo, como una variable europea, cuya historia, como la historia de cualquier país, muestra un proceso abierto y no predeterminado, que en cada etapa histórica tuvo, además, distintas posibilidades, un proceso en el que la identidad nacional y las formas del Estado y de la política fueron evolucionando sustancialmente a lo largo del tiempo, y donde los hechos (unión de Castilla y Aragón, imperio de los Austrias, crisis del Antiguo Régimen, revoluciones, guerras civiles, movimientos nacionalistas, articulación del Estado...) siempre pudieron haber sido de otra manera. (...) Su identidad es, en todo caso, abierta, cambiante y evolutiva. La identidad es también un proceso: naciones, pueblos, nacionalidades son lo que han ido siendo a través de su historia, una historia cuya marcha es siempre una evolución no lineal, discontinua, a menudo incoherente, y, en cualquier caso, un proceso indeterminado, dinámico y abierto, esto es, que carece de punto de partida y de punto de llegada".

Como se puede apreciar, un punto de vista diametralmente opuesto al "mito de los orígenes" tan caro a la historiografía españolista más rancia que representa magníficamente don Claudio, convenientemente actualizada por el esfumado Aznar y series de TV como "Memoria de España".

Para acabar, una pequeña broma histórica:

http://www.himnonacional.org/public/descargar.asp?id=69

"En el día de hoy, vencido y desarmado el ejército moro, las tropas españolas han alcanzado sus últimos objetivos militares. Covadonga, 1 de Abril de 1939, digo de 722. Pelayo Primero, Rey de España"

http://www.himnonacional.org/public/descargar.asp?id=72
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Terechu
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Post by Terechu »

Sánchez Albornoz was and remains this country's utmost authority on national history. Nobody has proven S. Albornoz's writings to be wrong as of this date, and what is more, again and again time is proving them to be right as new excavations bring to light what he's been saying all along. Not because he had great intuition, but because he was among many other things, Head Archivist of the State, had access to absolutely any document he needed and moreover could speak Latin and Arab and could read both the Christian and the Muslim accounts of historic events, battles, etc.
In fact, in "Historia del Reino de Asturias" - part of his opus magnus "Orígenes de la Nación Española" (which was published in 1989, not in 1942) he consistently cites both parties, the Christian and the Muslim chronicles of any given battle.
While Juan Pablo Fusi is a well-respected historian, Abilio Barbero and Marcelo Vigil are totally unknown and have never published anything of any consequence. At all events comparing any of them to S. Albornoz is like comparing pupils to a headmaster, Agatha Christie to Shakespeare or Elvira Lindo to Quevedo.


People should read his work before they venture an opinion. And they should read his biography before they brand him as "musty".

http://www.fsanchez-albornoz.com/

Lastly, linking Albornoz's name to that of Aznar is a hideous difamation of a man who had to spend many years in exile for being a Republican.

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Sánchez Albornoz fue y seguirá siendo la máxima autoridad en la historia de este páis. Hasta la fecha nadie ha rebatido ninguna de sus tesis, es más, con el tiempo sus tesis se van confirmando una y otra vez a medida que nuevas excavaciones sacan a la luz las pruebas de lo que él decía. No porque tuviera una gran intuición, sino porque entre otras muchas cosas fue archivero mayor del cuerpo de archiveros del Estado, tenía acceso a absolutamente cualquier documento que necesitase y además, como dominaba el latín y el árabe, podía leer tanto la versión cristiana como la musulmana de los acontecimientos históricos, batallas, etc.

De hecho en Historia del Reino de Asturias – parte de su obra magna Orígenes de la Nación Española (publicada en 1989, no en 1942) cita a las crónicas de guerra de ambos bandos, el cristiano y el musulmán, de forma consistente.

Mientras que Juan Pablo Fusi en un historiador respetado, Abilio Barbero y Marcelo Vigil son totalmente desconocidos y nunca publicaron nada de consecuencia. Comparar a cualquiera de ellos con Sánchez Albornoz es como comparar a los alumnos con el maestro, a Agatha Christie con Shakespeare o a Elvira Lindo con Quevedo.

La gente debería leer su obra antes de opinar, y deberían leer su biografía antes de tildarle de “mohoso”.
http://www.fsanchez-albornoz.com/

Por último, vincular su nombre con el de Aznar es una difamación intolerable de un hombre que pasó muchos años en el exilio por ser republicano.
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Mouguias
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Post by Mouguias »

No entiendo lo que dices, Terechu. Dices que estas totalmente en desacuerdo conmigo, pero tu mensaje me da la razon.
Efectivamente Cataluna nacio como una provincia fronteriza del imperio carolingio, la "Marca Hispanica". Por tanto, tal y como yo digo, tuvo un origen distinto de Asturias.
Dices que Zaragoza se mantuvo bajo poder musulman hasta una fecha tardia, lo cual no tiene nada que ver con el hecho de que Aragon, con ayuda de cruzados normandos (que estuvieron en la toma de Barbastro) naciese como un reino independiente de Asturias desde el principio.
En cuanto a Navarra, fue siempre un reino independiente, que aprovecho su posicion estrategica como ventaja para escapar del dominio tanto castellano como frances, una especie de Suiza de los Pirineos. En algunos periodos de la Edad Media, de hecho, Navarra fue claramente la potencia dominante en la Hispania cristiana, llegando a controlar La Rioja. Dices que Navarra fue liberada por Carlomagno, yo tengo entendido que nacio de un reino pirenaico acaudillado por un tal Eneko. Alava fue parte de la monarquia asturiana desde finales del S.VIII, Pamplona siempre fue independiente. Hasta 1512 Navarra no fue incorporada a la corona castellana, mediante una ocupacion militar. Como ves, nada que ver con el proceso politico que empezo en Covadonga: la historia de Navarra marcho por cauces disitintos a la nuestra.
Tampoco comprendo el resto de tu mensaje, cuando hablas de las batallas entre los reyes asturianos y los emires cordobeses. Ciertamente fue una epoca turbulenta, y nuestros reyes defendieron su independencia con valor. ¿¿¿Y??? Dices que fueron reyes asturianos los que despoblaron el valle del Duero, y que fueron ellos los que trasladaron la capital a Leon. Todo eso ya lo sabia (aunque la "tierra desierta" es un concepto que esta bastante discutido, hoy dia). Si, veo la continuidad entre Asturias y Leon. Pero no veo un hilo de continuidad entre Leon, la independencia de Castilla, la de Portugal, las guerras y odios entre castellanos y leoneses, la posterior reunificacion (en el siglo XIII) y los fallidos intentos de conquistar Portugal. Ahi no hay una nacion, ni hay un hilo conductor, ni hay continuidad alguna, no hablemos ya de continuidad entre esos embrollos medievales y la Espana de las autonomias. Estudiar una epoca pasada teniendo en cuenta el resultado al que condujo es un defecto de los malos historiadores: la teleologia. Cada epoca esta condicionada por sus propios condicionantes y su propio pasado: en ningun caso por lo que vendra despues. O acaso hoy, 2004, estamos actuando de acuerdo con lo que ocurrira dentro de doscientos anos?
Tal y como dice Carlos, la historia no es un cuento con final feliz. Claudio Sanchez Albornoz interpreta las luchas de la turbulenta Edad Media como un cuento, guiado por la mano de la Providencia, que desemboca en la nacion espanola moderna unida bajo una sola bandera. Portugal, que surgio del reino de Leon, deberia por naturaleza incluirse en esta milenaria nacion espanola, pero el caso es que...no ha sido asi. A Portugal lo dejaremos "aparcado", entonces, por lo menos de momento, no vayamos a agitar demasiado la teoria, porque entonces se nos cae a cachos. Aunque es verdad que algunos falangistas querian reconquistar Portugal, para completar el destino historico de la nacion hispana.
No pretendo "quitarnos importancia", Terechu, todo lo contrario. Lo que quiero es que no venga nadie a robarnos nuestra historia, para servir de propaganda a unos intereses politicos ajenos a nosotros. Covadonga es parte de la historia de Asturias, Abderraman III es parte de la historia de Andalucia, y todos tan contentos.
Carlos
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Post by Carlos »

Para información de ígnaros y lectores de foros insuficientemente informados, los señores Abilio Barbero y Marcelo Vigil, aunque sometidos a la correspondiente crítica, forman parte de la bibliografía académica universitaria y son citados, para darles la razón o quitársela, total o parcialmente, en infinidad de trabajos historiográficos. Servidor estudió en la Facultad de Geografía e Historia de la Universidad de Oviedo, y estos autores y las obras citadas, junto con muchas otras de autores diferentes, formaban parte de la bibliografía de lectura obligada. Por cierto, lo mismo que los "Orígenes de la Nación Española" de Claudio Sánchez-Albornoz. Aprovecho para decir que personalmente yo sí leí esta obra y creo poder juzgarla con conocimiento de causa y comparándola con otros puntos de vista diferentes, que es lo que hace cualquier historiador, justo la intención con la que proporcioné las referencias de mi mensaje anterior. No pretendo convencer a nadie de que piense de la forma que le apetezca, pero me parece mucho más equitativo, al menos, decir que hay muchos otros historiadores que discrepan abiertamente de las opiniones de Sánchez Albornoz, quien sí publicó por primera vez ese trabajo en 1942 en Buenos Aires, en una serie de separatas, reeditadas en España en un solo tomo bastante tiempo después.

En todo caso, la fecha de publicación es lo de menos. Lo que a mí me interesa es la argumentación y la contraposición de visiones, y no veo nada de todo eso por aquí, a pesar de los argumentos ad hominem (lo buena o mala que es una persona per se y en consecuencia lo que dice), o el criterio de autoridades. Por otro lado, aparte de que la bibliografía especializada no tiene por qué ser conocida del gran público, el ámbito de los "Orígenes..." y el de la obra de Barbero y Vigil es completamente distinto. La primera es una obra que trata de la historia de España, de la Península Ibérica al completo, mientras que la segunda es una monografía dedicada a los pueblos del norte en exclusiva. No es lógico por tanto pretender la misma extensión.

Por otro lado, hay otras consideraciones al margen de las estrictamente historiográficas, que son las ideológico-políticas. La obra de Sánchez Albornoz hay que ponerla en el contexto político del país. Sánchez Albornoz fue republicano moderado, y se exilió de España nada más comenzar la Guerra Civil. Después de terminada ésta, el régimen de Franco permaneció aislado en el contexto internacional, encerrado económica e ideológicamente en lo que se llamó "Autarquía". Franco necesitaba romper ese aislamiento, y consiguió la bendición del presidente Eisenhower (punto de partida de la instalación de las bases militares norteamericanas en España), de igual modo que necesitaba urgentemente intelectuales, puesto que la mayoría de ellos habían muerto o se habían exiliado, al pertenecer al bando republicano. Qué mejor baza, por lo tanto, que conseguir el retorno de Sánchez Albornoz, temporal presidente de la República en el exilio. Como era de esperar, fue recibido con los brazos abiertos, y a su obra, que reforzaba el discurso ideológico imperante, se le dió toda la relevancia posible. En parte, ése es el precio y la recompensa de lo que en español coloquial llamaríamos "cambiar de chaqueta".

A pesar de la prepotencia con que mi mensaje anterior fue acogido, me atrevo a citar a otro ejemplar de la subespecie de las Elviras Lindo:


"Los mitos fundadores de la nacion española

Por Juan Goytisolo

«Covadonga es la esencia de España, el lugar en donde Don Pelayo derrotó al Islam, el altar mayor y una de las primeras piedras de la Europa cristiana» (Juan Pablo II).

“Santi Yagüe (Santiago) será entronizado anti-Mahoma y su santuario compostelano se convertirá en la anti-Caaba. Compostela pasa a ser el punto de convergencia de la cristiandad militante en oposición a La Meca, y la popular romería del Camino de Santiago, la réplica franca y galaico-leonesa al Hach (...) Hoy, el apóstol sigue siendo el santo patrón de España”.

Sabemos desde el siglo XVIII, gracias a la Ilustración y al empeño posterior de los historiadores críticos, que todas las historias nacionales y credos patrióticos se fundan en mitos: el prurito de magnificar lo pasado, establecer continuidades «a prueba de milenios», forjarse genealogías fantásticas que se remontan a Roma, a Grecia o a la Biblia, obedece sin duda a una ley natural de orgullo y autoestima, pues los hallamos en mayor o menor grado en el conjunto abigarrado de Estados y naciones que integran el continente europeo.

No tengo nada contra los mitos y su fecunda prolongación artística y poética, a condición, claro está, de no olvidar su carácter ficticio, elaboración gradual e índole proteica, ya que estos mitos, manejados sin escrúpulo como un arma ofensiva para proscribir la razón y falsificar la historia, pueden favorecer y cohesionar la afirmación de «hechos diferenciales» insalvables, identidades «de calidad» agresivas y, a la postre, glorificaciones irracionales de lo propio y denigraciones sistemáticas de lo ajeno.

«El impulso revolucionario de los mitos», escribió Juan Aparicio, el inamovible director general de prensa durante los años más duros del franquismo, «dispara a las multitudes hacia querencias de un potencial terrible». El mito, cual una idea platónica, pertenece al dominio de Dios, quien lo ha cedido parar su uso y devoción por los naturales de un país. El mito es, por lo tanto, de «esencia nacional». No andaba errado el censor emérito: el recurso a los mitos fundacionales (Covadonga, Santiago, la Reconquista) por la Falange e intelectuales adictos al Glorioso Movimiento sirvió de base a la «Cruzada de salvación» de Franco y a los horrores de la guerra civil y de su inmediata posguerra.

Aunque fláccidos e inservibles como globos pinchados en la España de hoy, estos mitos resurgen y lozanean, como gatos de siete vidas en diversos Estados y pueblos europeos que creíamos vacunados para siempre tras la derrota del fascismo.

Las referencias mesiánicas de Le Pen a Clovis, Poitiers y Carlos Martel —cuyo potencial explosivo es amortiguado, por fortuna, por dos siglos de tradición laica y republicana— son paralelas a las burdas manipulaciones de la historia serbia y también croata, que condujeron en fecha reciente a la infame «purificacion étnica» y al genocidio de 200.000 musulmanes. Ahora, este impulso mítico dispara a las multitudes rusas víctimas desnortadas del desplome súbito de la URSS a la busca de «esencias puras» y de su «alma vendida», esto es, con fórmulas acuñadas por la Falange y el Fascio.

El cotejo de los textos escritos por los bardos e ideólogos de Mussolini y José Antonio Primo de Rivera con los de los inspiradores de Le Pen, Milosevic, Karadzic o Zhirinovsky, y el del lenguaje troquelado por el nacional-catolicismo español de la primera mitad de siglo, con el de las Iglesias ortodoxas rusa, serbia o griega, resulta a este respecto tan concluyente como sobrecogedor. Como dice el lúcido e incisivo ensayista serbio Iván Colovic, refiriéndose al discurso oficial del nacionalismo étnico, el escenario iconográfico político «evoca y recrea un conjunto de personajes, sucesos y lugares míticos con miras a crear un espacio-tiempo igualmente mítico, en el que los ascendientes y los contemporáneos, los muertos y los vivos, dirigidos por los jefes y héroes, participen en un acontecimiento primordial y fundador: la muerte y resurrección de la patria».

Como vamos a ver, esta leyenda de muerte y revivicación —escamoteadora de la realidad del Andalus y de la Castilla de las tres castas—, es el mito original de España.

1.- La panoplia lepeniana cifrada en la tríada de Clovis, Carlos Martel y Juana de Arco no es mero folclor ni decorado de carrozas verbeneras. En nombre de Occidente y sus héroes sin mácula, grupos fascistas y xenófobos, en la nebulosa del Frente Nacional, apalean y asesinan a inmigrados magrebíes cuyo único crimen estriba en su supuesta descendencia de los sarracenos aplastados por el titánico martillo de Carlos. El proyecto de una Francia pura, una Francia francesa, se edifica así —como el de la Serbia pura, la Serbia serbia— sobre un frágil castillo de leyendas y patrañas. Aunque, a diferencia de sus colegas españoles, los historiadores del país vecino no incurran en el dislate de llamar franceses a los galos ni considerarse compatriotas de Vercingétorix, y el milagroso bautizo de Clovis, reseñado el año 948 por Flodoard (893-966), no haya sido nunca tomado en serio por su fantástica convergencia de portentosos lances, el mito de Poitiers resistió con mayor éxito al escrutinio del investigador.

Si bien Benito Jerónimo Feijoo (1676-1764) prevenía a sus lectores contra la índole novelesca de la proeza del héroe franco, salvador, según las crónicas antiguas y aun modernas, de la civilización cristiana, el mito aguantó un largo asedio de críticos y eruditos antes de derrumbarse. Desde Pablo Diácono, para quien 375.000 sarracenos perecieron en la batalla, hasta la rimada Crónica latina anónima del año 854, pasando por los relatos de Teófilo y los monjes de Moissac, este acontecimiento trascendental se engalana de ostentosas inverosimilitudes y levita en un ámbito manifiestamente novelesco.

La presencia del ejército árabe en el lugar es a todas luces tan fantasiosa como la extravagante identidad de Mahoma, atribuida a un tal Mahou, cardenal franco aspirante al Papado que movido por el despecho de su fracaso, habría ido a predicar su nueva y nefanda doctrina a los nómadas salvajes de Arabia. La crítica posterior de Henri Pirenne, Lucien Musset y el análisis mitoclasta de Edward Said en su imprescindible Orientalismo (Libertarias, Madrid, 1990) desmontan el andamiaje tan laboriosamente armado.

¿Cómo podía haber llegado la veloz caballería árabe, como quien dice de un tirón, a Poitiers el año 732, sin la intendencia y abasto indispensables a la travesía de mares, desiertos y montañas, en medio de pueblos aguerridos y hostiles? ¿No se contradice tan mirífica hazaña con la precisión del monje del Monte Cassino que, en la segunda mitad del siglo VIII relata la llegada de presuntos sarracenos «con sus mujeres e hijos» a Aquitania, para instalarse en ella? Los jinetes célebres como el rayo, ¿llevaban consigo a su prole? Como veremos más adelante, las páginas en blanco de la historia, en razón de la falta de documentos fidedignos sobre lo acaecido en el siglo VIII, per miten a los fabricantes interesados de mitos ornar el pasado de su nación de la religión verdadera con báculos, oropeles y mitras que —una vez cristalizada la leyenda y ratificada por los historiadores «patriotas»— resultan difíciles de desacralizar.

No hubo batalla en Poitiers —a lo sumo escaramuzas en tierras vecinas— ni árabe alguno intervino en ella. El Islam llegó a la provincia Narbonense un siglo más tarde y no con su invicta caballería, sino por el «contagio» de la predicación y afinidades a las doctrinas «heréticas» profesadas de antiguo por quienes luego hablarían la langue d'oc.

2.- Aterricemos ahora en predios más cercanos. La leyenda compostelana de Santiago Apóstol y su prolongación en Nuevo Mundo —¿cuántas ciudades y lugares denominados Santiago o simplemente Matamoros existen desde la frontera norte de México hasta la cordillera andina?— constituye un magnífico ejemplo del «impulso revolucionario» del mito.

El traslado del sepulcro del apóstol, custodiado por los ángeles, de Palestina a Galicia el año 44 después de Cristo y su descubrimiento oportuno nueve siglos más tarde desafía desde luego toda explicación racional y creíble.¿Qué motivo podía haber inducido a los discípulos de Santiago a transportar su cuerpo al fin del mundo entonces conocido, al mismísimo finis terrae? ¿Preveían ya la terrorifica invasión sarracena y el lucido papel que el apóstol iba a desempeñar en la cruzada emprendida contra ella? Y, más asombroso aún, ¿cómo fue localizado el sepulcro romano e identificado el cadáver que, a partir de entonces, saldría milagrosamente de él para auxiliar a los cristianos con el célebre tajo de su espada invicta?

Américo Castro (1885-1972), respondiendo a nuestros modernos historiadores mitólogos como Ramón Menéndez Pidal (1869-1968) y Claudio Sánchez Albornoz (1893-1984), analiza luminosamente la fuerza y supervivencia del mito:

«Los confines entre lo real y lo imaginario se desvanecen», escribe en La realidad historica de España (Madrid, 1954), «cuando lo imaginado se incorpora al proceso mismo de la existencia colectiva, pues ya dijo Shakespeare que "estamos hechos de la materia misma de nuestros sueños". Cuando lo imaginado en uno de estos sueños es aceptado como verdad por millones de gentes, entonces el sueño se hace vida, y la vida, sueño».

La trasmutación pasmosa del pacífico pescador del lago Tiberíades en un jinete experto y aguerrido, cortacabezas insigne, respondía como es obvio, a la necesidad de las Iglesias, tanto hispana como carolingia de oponer a la triunfante predicción del credo de Mahoma un Santi Yagüe de recia espada, hermano gemelo de Cristo e «hijo del trueno»; capaz de planear por los aire en albo y radiante corcel de acuerdo con la fábula dioscúrica de Pólux y Cástor.

Lo curioso es el retraso con el que la leyenda apareció. La vieja fábula del siglo IV de la estancia y predicación del apóstol en la Península sufre, en efecto, una modificacíon en la que conviene detenerse un instante. Hasta mediados del siglo IX, una centuria después de la fecha en la que, según la historiografia tradicional, habrían arrasado «España» los feroces invasores árabes, los himnos litúrgicos y romances populares impetraban la protección del apóstol contra «la peste y otros males»; sin mencionar dicha catástrofe ni la suerte trágica de los cristianos. Sólo después del descubrimientodel sepulcro —narrado a fines del siglo IX— los devotos imploran su ayuda contra los sarracenos, cuya existencia por lo visto, ignoraban antes.

En la centuria siguiente, Santi Yagüe (Santiago) será entronizado anti-Mahoma y su santuario compostelano se convertirá en la anti-Caaba. Dicha mutación confiere a la leyenda su carácter definitivo. Compostela pasa a ser el punto de convergencia de la cristiandad militante en oposición a La Meca, y la popular romería del Camino de Santiago, la réplica franca y galaico-leonesa al haÿÿ (la santa peregrinación.musulmana). La Providencia concederá en adelante la victoria al jinete en «níveo e impetuoso» caballo no sólo sobre los moros de la Península, sino también, en un extraordinario vuelo transoceánico, sobre los aztecas, inclinando el fiel de la balanza, en plena batalla, en favor de Hernán Cortés y los suyos.

Señalaremos, de la mano de Américo Castro, que «muchos católicos» como el padre Mariana pusieron en duda en el siglo XVII «la existencia del cuerpo del apóstol en el sepulcro de Galicia». El también jesuita Pedro Pimentel sostuvo incluso, por tal razón, que debía confiarse la protección de España en santa Teresa de Jesús (1515-1582), propuesta que suscitó la iracunda réplica de Quevedo.

Hoy, el apóstol sigue siendo el santo patrón de España, aunque su actividad bélica se haya extinguido. Como catalizador de energías cumplió bravamente la función que le fue asignada. Como dice Américo Castro, «Santiago fue un credo afirmativo, bajo cuya protección se ganaban batallas que nada tenían de ilusorias. Su nombre se convirtió en grito nacional de guerra, opuesto al de los sarracenos».

3.- Los mitos fundadores de una nación tienen la piel dura: aun desahuciados por la crítica demoledora de sus falsificaciones sucesivas e interpolaciones flagrantes, siguen ofuscando algunos historiadores contemporáneos y se perpetúan en los manuales de enseñanza por pereza y rutina, debido a la incomodidad y esfuerzo que ocasionaría un nuevo y perturbador planteamiento de la realidad historiable. Cuando Sánchez Albornoz, en sus elucubraciones líricas sobre «la embrionaria España, mecida en la cuna de Covadonga», daba su aval a las leyendas manipuladas por el franquismo y el sector más reaccionario de la Iglesia, ¿ignoraba la coincidencia de sus tesis con las sostenidas por la extrema derecha y el ultranacionalismo xenófobo? Cedamos la palabra al conocido historiador en uno de sus trémulos arrebatos proféticos: «Temo que otra gran tronada histórica pueda mañana poner en peligro la civilización occidental, como lo estuvo por obra del Islam en los siglos VII y VIII...La cultura europea fue salvada por Don Pelayo en Covadonga...¿Dónde se iniciará la nueva reconquista que salve al cabo las esencias de la civilización nieta de aquella por la que, con el nombre de Dios en los labios, peleó el vencedor del Islam en Europa?» (Orígenes de la nación española, Oviedo 1975). A juzgar por sus escritos, el espectro de otra invasión sarracena ahuyentaba el sueño y amargaba los días del distinguido arabista.

En un substancioso y aguijador ensayo sobre el tema, Covadonga, un mito nacionalista católico de origen griego (El Basilisco, Oviedo,1994), el historiador Guillermo García Pérez no se limita a señalar los desatinos y absurdos en los que incurre la fábula, sino que se remonta al origen de ésta y la esclarece con brillantez. Las Crónicas asturianas de Alfonso II el Casto y Alfonso III el Magno, muy posteriores a los hechos descritos, refieren en un lenguaje a la vez tosco y florido la aniquilación por Don Pelayo (722) de 127.000 invasores denominados primero «caldeos» y luego «sarracenos». La Virgen de la Cueva completa a continuación el inmisericorde exterminio al precipitar una avalancha de rocas o pedazo ingente de la montaña sobre los 60.000 fugitivos del desastre. La victoria del héroe y la subsiguiente intervención celeste son tanto más asombrosas cuanto, según otras crónicas, los invasores moros de Tariq (711) sumaban tan sólo siete mil y los de su jefe y rival Musa dieciocho mil. ¿Cómo podían haberse multiplicado en siete años de guerra, pillaje y devastación los culpables de la «destrucción de la España Sagrada» de 25.000 a 187.000, cifra a la que habría que añadir, para no desmentir la veracidad de los monjes y eclesiásticos francos, la de los 375.000 que perecerían 10 años después en Poitiers (732)?

Por mucho que parezca increíble, la proliferación astronómica de los supuestos árabes no fue objeto de desmitificación cabal gracias a Lucien Barreau-Dihigo, sino en 1921. Cierto que, como nos recuerda Guillermo García Pérez, el abate Juan Francisco Masdéu (1744-1817), sin poner en tela de juicio la realidad de la batalla, señaló la interpolación en la Crónicas de «circunstancias muy dudosas o claramente falsas». Pero el miedo a la Inquisición primero y la alergia «a la novedad de discurrir» tan difundida ayer y hoy en España, después institucionalizaron, en medio de la credulidad colectiva, el mito de Covadonga y Don Pelayo hasta el incitante cotejo del mismo con el de Delfos (480 años antes de Cristo) por Guillermo García Pérez.

La comparación de las dos leyendas disipa cualquier duda: la asturiana es una copia de la griega, incluidos los pormenores de la matanza (de persas en un caso y de caldeos o sarracenos en el otro), la intervención milagrosa de Atenea y el desprendimiento mortífero de las rocas (en la leyenda original del monte Parnaso). Como dice acertadamente nuestro investigador, situando la aparición del mito en su contexto histórico —la dependencia o vasallaje del reino leonés respecto a Carlomagno— «la leyenda de Covadonga (1) sería sólo una pieza más, un ingrediente estructural de la estrategia política desarrollada por el recién formado Imperium Christi (Carlomagno y el Papado, independizado de Constantinopla) para luchar contra el entonces, preocupante dominio islámico del mundo mediterráneo».

En su iluminadora exposición de las vicisitudes del mito Guillermo García Pérez apunta con razón al uso pro domo del mismo en fechas más reciente. Cuando la imagen de la Virgen —trasladada por razones de seguridad en los años de la guerra civil a la embajada de la república en París— fue devuelta a España, la estatua, paseada con honores de Capitán General por Franco y la jerarquía esclesiástica hasta su cueva milagrosa, había sido transmutada en símbolo de la «España eterna», salvada de nuevo providencialmente por la supuesta Cruzada. Medio siglo después, Juan Pablo II, en su peregrinaje al santuario en agosto de 1989, pronunció una homilía, cuyo resumen por Guillermo García Perez reproducimos para ilustración del lector: «Covadonga es la esencia de España (el lugar) en donde Don Pelayo derrotó al Islam, el altar mayor y una de las primeras piedras de la Europa cristiana».

¡Saludemos la habilidosa elevación de la superchería áulica de Carlomagno al rango de verdad pontificia y la transformación de la atávica diosa de Onga en esencia nacional y espada flamígera de la Cristiandad!

Nota

(1) El walí de Córdoba, Ambasa, envió durante la primavera boreal del año 722, una expedición de unos centenares de soldados al mando de Alqama, Alqama y Oppas contra los rebeldes astures. Parece ser que se produjo una escaramuza —no hubo tal batalla como exagera la Crónica de Alfonso III casi doscientos años más tarde)— junto a la cueva de Covadonga, una zona montañosa y cerrada, entre la patrulla musulmana y un reducido número (¿100? ¿300?), dirigidos por Pelayo (m. 737) de origen visigodo, al que se adjudica el haber fundado el reino de Asturias (718-737). La acción no pasó a mayores y el contingente musulmán retornó hacia el valle de la Liébana, por el puerto de Amuesa. La historiografía actual sostiene que las gentes del norte no pelearon en Covadonga en defensa de la religión católica, sino para mantener su independencia. Sin embargo, muchos historiadores ponen en duda la propia existencia del episodio.

*Artículo publicado en el diario «El País» de Madrid, el sábado 14 de septiembre de 1996.
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Berodia
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Post by Berodia »

Hola,

Muy interesante Carlos.

En Francia, sitúan el comienzo de la reconquista alrededor del siglo décimo o undécimo (no me acuerdo muy bien). Cuando realmente existía esa idea de "reconquista". Me refiero a libros para la enseñanza secundaria. Por aquellas épocas, hubo una cruzada (no se con que número) por tierras hispanas contra el enemigo musulmán, que produjo más que nada, pillaje por parte de los cristianos.

Debo de reconocer que nunca he leído nada de Sánchez Albornoz, por parecerme, ya en el mismo título, que la cosa olía. Algunas críticas que leí de su obra apuntan a lo que tu dices. No me gusta esa Historia basada en "grandes" hombres, unidad de destinos en lo universal, y gestas heroicas solo protagonizadas por los "antepasados" de los que tienen el poder en un momento dado como legitimación de ese poder, etc... Me interesa mucho más la que habla de los intereses económicos y de poder que subyacen detrás de esos mitos.

Tengo una duda, ¿ el vasallaje del reino de Asturias con el imperio carolingio existió realmente durante todo el periodo de la monarquía Asturiana ? ¿ El mito de Covadonga es un "invento" carolingio y no asturiano ? ¿ por qué hablas de reino leonés ?

De todas formas, siempre pensé que los mitos son peligrosos, sobretodo cuando se transforman en "patriotismo" institucional, o peor aún, en base ideológica de la extrema derecha. También creo que el covadonguismo y esa falacia de "esto es España (por Asturias) y lo demás tierra conquistada" está en la base de la rémora de nuestra tierra.

Un saludo
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argayu
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Post by argayu »

En primer llugar, dicier que nun soi hestoriador sinon un simple aficionáu a la hestoria y en segundu llugar, que falo de memoria ensin tener a man los datos necesarios.

El mitu de la recuperación del Reinu Visigodu, llega a Asturies dempués del reináu d'Fonsu II, cola afuxida haza'l norte de cristianos mozárabes, mui lligaos a la tradición visigótica.

Nun creo que naide imaxine a Pelayu, dempués de ser escoyíu Rey de los Astures, arrodiáu de guerreros bravenes, diciéndo-yos: "Ey, collacios, naguo por refundar el Reinu de Toledo". Hubiérenlu escorrío a garrotazos, porque los astures (lo mesmo que cántabros y vascones), llevaben años engarriaos colos visigodos.

Los textos asturianos nun falan más que de Asturorum Regnum (tamién lo siento polos galegos y cantábros imperialistes), y ye a partir de Ramiro I (me parez), cuando entama a falase de la recostrución del Reinu de Toledo, y a desapaecer de les cróniques les referencies al Reinu d'Asturies o Reinu de los Astures. Esti procesu algama el so cumal, con Fonsu III, que ya tien una visión totalmente hispánica (que non española).

Espero que perdonéis los posibles erros hestóricos. Gracies.


Pd. Alrodiu d'esti tema, ye interesante la llectura del tomu de Hestoria de la Enciclopedia Temática d'Asturies, y el tomu I de la Hestoria d'Asturies de La Nueva España (enantes que-yos diera esti ataque de paletismu monárquicu y borbónicu).
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Terechu
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Post by Terechu »

Insisto - por favor léed a Sánchez Albornoz y todas las crónicas de las batallas, ya que cita tanto las versiones cristianas como las musulmanas.
Parece que trabajáis para el enemigo, porque aunque os parezca mentira, aquella gente tenía cronistas y no necesitamos que vengan los franceses y catalanes a contarnos su versión y lo maravillosos que eran ellos. Por cierto, creo que los catalanes no se mencionan históricamente hasta el Siglo XIII, ¿verdad? Así que ¿quién demonios son?

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I insist - please read Sánchez Albornoz and all the battle chronicles, as he cites both the Christian and the Muslim versions.
It almost seems as though you're working for the enemy, because believe it or not, those folks had chroniclers and we don't need the French or the Catalans come telling us their version and how great they were and how insignificant we were. By the way, Catalans are never mentioned historically before the XIII Century, right? So who the hell are they?
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